Vistas de página en total

27 de noviembre de 2011

Capítulo 2

Todo es cuestión de acostumbrarse
Mi padre, hace tiempo que no hablo con el, nos llamamos solo para cosas importantes, y cuando tiene tiempo viene a hacernos una visita, pero apenas tiene tiempo, o eso dice. Siempre me repite que vaya a visitarle, pero separarme de mi ciudad me resulta difícil, siempre ha sido así, cuando me acostumbro a un entorno, me cuesta separarme de él.
Él vive en Corvallis, un pueblo al noroeste de Estados Unidos, en la costa de Oregón, tiene unas vistas preciosas, quizás eso fue lo que más echaba de menos cuando mi madre y yo nos vinimos a Luisiana, vale, apenas tenía seis años, pero me encantaba subir a lo alto de la montaña para ver el atardecer en el mar, son recuerdos que nunca se me olvidarán.
Sé que en el fondo una parte de mi quiere volver a Corvallis, la ciudad no está hecha para mi, pero dejar Baton Rouge será muy duro, el instituto, mis amigos, mi casa, Flor y Héctor, mamá, aunque ella no esté, todo lo que me recuerda a ella está aquí y viviendo con papá no habrá nada que me ayude a no olvidarla. Cuando mamá murió, Héctor me prometió que vendría conmigo cada tarde al Café Magic a merendar tortitas, como hacía con ella cada tarde cuando venía a recogerme de música.

Esta carta la recibí ayer, papá no fue capaz de llamarme por teléfono para decírmelo, tan solo me escribió una carta, quizás eso sea uno de los motivos por los que apenas tenga ganas de ir a vivir con él, hace once años era su niña, me enseñaba a tocar la guitarra, montábamos en bici juntos, incluso me enseñó a descubrir mi amor por la fotografía, era él quien me acompañaba cada tarde a ver el atardecer para fotografiarlo, quizás más bien éramos yo y mi curiosidad las que le acompañábamos a el, ¿qué era capaz de hacer ese aparato? “Cosas maravillosas” me respondía él, poco a poco me enseñó a mirar a través del objetivo y a captar cada preciso momento. Aun guardo mi primera cámara de fotos, era la suya y me la regaló cuando mamá y yo nos vinimos a vivir aquí. Ahora no soy tan niña, la convivencia sería algo nuevo para los dos, prácticamente no nos conocemos y eso me duele.

Flor dice que ella y Héctor vendrán a finales de verano a visitarme, pero un verano entero sin ellos se hará difícil, aunque como ella dice, me vendrá bien para acostumbrarme a mi nueva vida, si, puede que tenga razón, pero tener un solo día para despedirme de ellos no me parece suficiente. Papá me ha enviado con la carta el billete de avión con fecha del 22 de Junio de 2011, mañana.

La maleta ya está hecha y mis cosas me las envían en un par de días, son muchos los recuerdos metidos en cajas, me niego a desprenderme de ellos y supongo que en mi nuevo hogar podrán tener un buen lugar.

Ya ha anochecido, se ven las estrellas y la luna hoy está llena, es una preciosa noche, pero no es lo mismo sin ella, hacía que todo fuese mágico. La echo de menos, echo de menos las noches en las que ella y yo nos tumbábamos en la terraza a contemplar el cielo, en silencio, pidiendo deseos a las estrellas fugaces y buscando las estrellas que más brillaban, todo era perfecto, lo echo de menos.
Héctor está a mi lado, ha venido a hacerme compañía y aunque no es la que más deseo, me apetece que el esté aquí conmigo. 
Está en frente de mi, mirándome a los ojos, siempre lo hace, dice que es porque le encantan mis ojos verdes, la verdad es que mi aspecto no es muy típico, pero no me desagrada y como él dice, me quedan genial mis ojos verdes con mi pelo pelirrojo, le parece divertido y cada vez que me lo recuerda yo solo sonrío.
Desde que ha llegado mi mano está entrelazada a la suya. No aguanto más, le abrazo y echo a llorar. No me hace falta decirle nada, el sabe los motivos, yo también soy importante para él, y el también recuerda el pacto que hicimos cuando éramos pequeños, nunca nos íbamos a separar.
Siempre lo consigue, tranquilizarme, ambos miramos al cielo.
-          ¿Ves esa estrella de ahí?
-          ¿Cuál de todas?
-          Esa que brilla tanto.
Le miro y asiento con la cabeza.
-          Será nuestra.
-          ¿Nuestra?
-          Solo nuestra.
-          ¿Qué quieres decir?
-          Que cuando tú la estés mirando, ahí estaré yo, mirándola contigo, pensando en ti y tú en mí.
-          Siempre estaré pensando en ti, te echaré de menos, a ti, a Flor, a mamá, a Baton Rouge…
Héctor no me deja decir nada más, tampoco el dice nada, solo estoy entre sus brazos, esos que siempre han estado ahí y de los que será difícil desprenderme durante dos meses.



2 comentarios:

  1. Interesante el viaje que va a comenzar. Esta muy bien. Me gusta porqué puedo imaginarla. Lo estás haciendo muy bien. Poco a poco lograrás que cada vez sea más interesante y que nos adentremos más en la historia. A ver cómo sigue... ;)

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado!! :)

    ya sabes lo que pienso de esta gran historia que estás escribiendo!! ^^

    Muaks guapita!

    ResponderEliminar